El pueblo de Lansipe en las montañas de Papúa Nueva Guinea vendió vegetales para sostenerla en las misiones. Ahora, viviendo en el campo misionero en Mozambique, Lansipe le cuenta a las personas de pueblos como el de ella, “Si mi pueblo puede hacerlo, el tuyo también.”
Originaria de las montañas y valles de Papúa Nueva Guinea, donde la mayor parte de las personas se dedican al cultivo y la recolección y vender granos de café para vivir, Lansipe ha mantenido una postura firme a través de sus 14 años sirviendo en África: “Si yo puedo hacer misiones, tú también lo puedes hacer.”
Lansipe oyó acerca de OM cuando su barco Doulos visitó Papúa Nueva Guinea. Ella asistió a la orientación de fe de OM, segura que de alguna manera los fondos llegarían para que pudiera ir al campo misionero. Juntó la mitad de los fondos que necesitaba para cubrir los costos del viaje y unos meses de expensas para la vivienda, al vender alimentos como bollos de masa frita, productos frescos y maní. El día previo a su viaje, Lansipe recibió el resto de los fondos que necesitaba de donaciones únicas.
No sucedió de la noche a la mañana, pero Lansipe continuó contándole a su iglesia acerca de las misiones y urgiéndolos a involucrarse.
Cuando algunos cristianos decidieron sostenerla, plantaron un huerto con la idea de que las ganancias sean para las misiones. “Colocaron los vegetales en un gran tubo, y remaron río abajo hacia la autopista principal para vender, y ese fue el dinero que me enviaron a mí,” dijo Lansipe. “No fue fácil; realmente lucharon. A veces remaban, y cuando chocaban contra una roca el tubo se daba vuelta. Es un río grande, sucio, y toda la cosecha se hundía, y ellos solo lloraban, volvían a casa y volvían a comenzar de nuevo.”
Gradualmente otros vieron que ellos, también, podían contribuir a las misiones a través de lo que sabían o lo que tenían. “Yo siempre les dije que era para nuestro bien. Verás la mano de Dios,” contaba Lansipe.
Cuando Lansipe visitó su pueblo en 2015, la comunidad estaba emocionada por mostrarle el progreso que se había hecho en los años en los que ella no había estado allí. Carreteras y conexión telefónica ahora conectaban al pueblo con otros, y estudiantes del pueblo estaban atendiendo la universidad. “Lloraron, todo el grupo lloró, y me dijeron: “Sabes, porque te sostuvimos, esto es lo que vemos ahora en nuestro pueblo. Otros pueblos nos llamaban las páginas de atrás, pero ahora tenemos gente altamente entrenada. Oramos y lloramos por las misiones, y dimos, y ésta es la bendición que obtenemos, la que Dios nos dio a cambio.”
“Gracias a Dios por abrir sus mentes para ver lo que Dios ve. Es por esto que estoy nuevamente en Mozambique,” Lansipe sonrió. “Están cuidando a mis espaldas.”
Lento pero seguro, personas e iglesias están viendo la importancia de las misiones y han comenzado a enviar sus propios misioneros.
Movilizando a la iglesia de Mozambique
Lansipe llegó por primera vez a Sudáfrica en 2004 para hacer el Entrenamiento de Discipulado Misionero (EDM) antes de servir con OM en Angola por tres años para literalmente ayudar a construir la base. En 2008, ella volvió a Papúa Nueva Guinea para continuar movilizando a la iglesia local y trabajando con OM en Papúa Nueva Guinea, que es cuando se enteró acerca de OM en Mozambique y supo que tenía que ir allí.
Lansipe encontró muchas similitudes culturales entre Mozambique y Papúa Nueva Guinea – particularmente la mentalidad de que los cristianos e iglesias locales deberían estar recibiendo a los misioneros extranjeros en vez de enviar a los suyos, y que son muy pobres para dar a las misiones, ella contaba. Desafiar sus mentalidades se ha convertido en una pasión de Lansipe mientras anima a los estudiantes en el EDM de Mozambique – como a las iglesias locales– que ellos necesitan dar un paso adelante e involucrarse en la difusión de las buenas nuevas.
“Viniendo de un contexto similar al de ellos, no son los fondos que vienen de afuera,” explicaba Lansipe. “Es lo que está dentro, es tu propia gente. Hay un mandamiento del Señor que tienes que ir; no importa si estás en un país del primer mundo, segundo o tercer mundo. Y, si Dios te llama (para ir), ese es tu llamado, y Él proveerá. Y, tú tienes que contarle a tu gente. Si no te creen, tienes que seguir hablando, hablando y hablando hasta que quede atascado en sus cabezas.”
Un miembro del equipo local le dijo a Lansipe que las misiones era un tema que nunca les habían explicado y, es por ello que es difícil involucrar a la iglesia local en las misiones. “Yo le dije, para ti es difícil, pero para Dios no lo es, puedes hacerlo. Solo se trata de concientizar más a la iglesia, eso es todo.”
“No son las personas de la ciudad; son las personas del pueblo (quienes pueden colaborar con las misiones)”, decía Lansipe. “…yo siempre digo (Mozambiqueños) no quiero oír la palabra pobre. Ustedes no son pobres. Si fueran pobres, no llevarían esta linda vestimenta. ¿Por qué comprar toda esta vestimenta tan linda? No, tienen suficiente. Entonces, estos 15 meticales (0.25 USD), o 100 (1.67 USD), entréguenlos a las misiones, y verán.”
Lansipe sonrió. “Quiero ver (la iglesia de Mozambique), por primera vez, recaudar fondos y enviar un misionero, y verán lo que Dios hará.”